Paseando por Granada: El Albaicín - De Plaza Nueva al Carmen de las Tres Estrellas.

De vuelta a caminar por Granada, de vuelta a perderse por "Mi Albaicín", a impregnarse con sus colores, a sentir esos densos olores de azahares, celindos, jazmines..., flores que me llevan a mi infancia. A recordar espacios, lugares, vivencias, a personas vinculadas a los sitios que como familiares fantasmas caminan etéreos por los queridos rincones de siempre, invitando a relajar el espíritu, a disfrutar de la ciudad vívidamente soñada, a seguir asombrándose, en definitiva a maravillarse abriendo bien el alma embriagando todos los sentidos.

Comenzamos la ruta a pie, dejando el coche en los Alminares del Genil, aparcar en Granada no es tarea fácil, es el signo de estos tiempos que nos ha tocado vivir, pero lo bueno es que, una vez conseguido el reto de colocar el vehículo en un lugar digno y mejor "sin pagar", uno se anima, se llena de energía y comienza a caminar con ansia, cruzando el Genil, subiendo por la Carrera de la Virgen, llegando a Puerta Real, Plaza de Mariana Pineda, Calle de San Matías y Calle de la Colcha hasta Plaza Nueva, en un perfecto preámbulo para calentar las piernas y llegar bien entonado, al que será el inicio de la ruta "oficial" que nos adentrará por el barrio de los moros halconeros, acechando plazoletas, callejones, aljibes y recovecos, en un alarde de pasear histórico y familiar que nos retrotraerá, sin lugar a dudas, al lugar en donde habitaban nuestros antepasados. 

Estamos en Plaza Nueva el principio, desde donde partiremos hacia nuestro objetivo final que es llegar al encumbrado y mítico Carmen de las Tres Estrellas.  

¡Qué comience la aventura por Granada, "tierra soñada por mí"!

Citado el grupo de amigos (fuimos 21 venidos de lugares diversos) en el corazón de Plaza Nueva, cobijados por la sombra que hay junto a la fuente de la plaza, nos vamos reencontrando gozosos, alegres y expectantes por lanzarnos a patear las viejas calles. Mi amigo Antonio Gómez, se ha preparado bien el recorrido, así como una copiosa y precisa información de cada uno de los puntos de interés que iremos recorriendo, todos ellos acumulados en un valioso documento al que repetidamente iremos enlazando, pensando en aquellos lectores-visitantes que estén interesados en saber más y empaparse del conocimiento que con sabias y sesudas palabras nos comparte.

Para no ser repetitivo en ese aspecto, pego sin más demora los mencionados puntos que tal y como se puede ver en el mapa posterior vamos a ir siguiendo al pie de la letra:

Puntos de Interés del recorrido

1. Plaza Nueva.

2. Embovedado del río Darro.

3. Real Chancillería de Granada.

4. Iglesia de Santa Ana.

5. Pilar del Toro.

6. Iglesia de San Gregorio Bético.

7. Calle del Beso.

8. Cuesta de las Arremangadas.

9. Casa de Porras.

10. Carmen de los Cipreses.

11. Placeta de la Cruz Verde.

12. Aljibe de Trillo.

13. Placeta de Nevot.

14. Palacio del Almirante.

15. Cuesta de María la Miel.

16. Placeta de las Minas.

17. Puerta de las Pesas.

18. Plaza Larga.

19. Baños de Aguas del Albayzín.

20. Carmen de los Mascarones.

21. Aljibe de Paso.

22. Carmen de las Tres Estrellas.

Caminando por la gran Plaza Nueva, nos detenemos frente a la imponente fachada de la Real Chancillería, sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, nos asomamos a observar como el río Darro se pierde misteriosamente bajo las sombras del Embovedado, custodiado por la graciosa placeta que da entrada a la Iglesia de San Gil y Santa Ana, la que se metamorfoseó de una ancestral mezquita, de la que quedan los vestigios de su imponente arco de herradura y coqueto campanario-minarete, en el que primero resonaron al viento los rezos del almuecín y luego los toques y repiques de campanas, que parecen que se entremezclan en el aire, hermanados amistosamente.

Unos pasos más atrás, el pétreo Pilar del Toro, de factura clásica, nos invita a saborear su agua fresquita, en una pilona transparente de agua mansa en la que flotan los coloridos pétalos escapados al viento de los rosales vecinos.

Subimos por la calle Cárcel Alta, accediendo desde Plaza Nueva por el lateral izquierdo de la Real Chancillería, hasta llegar a la Placeta de San Gregorio, principio de la Calderería, callejuela convertida en abigarrado bazar oriental, que sin dificultad nos traslada a tierras de Oriente.

Miro el reloj y faltan unos minutos para que sean las 12 del mediodía, la hora del Ángelus. Vamos Antonio, que las monjas no esperan. Sin entretenerse entramos en el Convento de San Gregorio en el que las monjas clarisas, de estricta y ancestral clausura, nos transportan con sus rezos en latín a otra dimensión mucho más medieval sin duda. A mi me parece que solamente con atravesar el dintel de la puerta, estoy accediendo a otro tiempo, centenares de años atrás. 

De vuelta otra vez por el túnel del tiempo, comenzamos a subir la empedrada Cuesta de San Gregorio, deambulando por las primeras calles y callejones del laberíntico Albaicín. Poco a poco, para disfrutar de los sitios y del momento, pasamos junto a la casa en la que nació el gran cantaor Enrique Morente, la Calle del Beso, la Cuesta de las Arremangadas, la Casa de Porras, el Carmen de los Cipreses, la Placeta de la Cruz Verde, haciendo una breve parada junto a la Aljibe de Trillo, construcción del siglo XIV, volviendo a sorprendernos de las maravillas que hacían nuestros antepasados árabes para traer desde la lejana Fuente Grande en Alfacar, por la vieja acequia de Aynadamar, las aguas que se distribuían por todo el barrio en un entramado de acequias, aljibes, baños, fuentes y caños, demostrando lo avanzados que estaban en el uso, manejo y disfrute saludable del agua. 

Retomamos la subida por la Cuesta de San Gregorio, junto a, menos mal, sombreados y floridos cármenes que sucesivamente se nos muestran y a los que, cuando podemos, nos asomamos para curiosos vislumbrar a duras penas los misterios de su interior, caminando sucesivamente por la Placeta de Nevot, por las inmediaciones del Palacio del Almirante y la endulzada Cuesta de María la Miel.

La subida va terminado, comenzando a llanear en las inmediaciones de las alineadas casas, blanquísimas y adornadas profusamente de macetas en la Placeta de las Minas, que desemboca junto a la imponente muralla protectora que atravesamos por la Puerta de las Pesas para disfrutar de Plaza Larga, probablemente una de las más castizas del Albaicín, en donde late con fuerza el corazón del barrio, plena de gente bulliciosa, tiendas, bares, restaurantes, etc... y destacando, para mí, la querida cafetería Pasteles, sitio en el que la Madre, si nos habíamos portado bien, nos compraba helados, pasteles y otros dulces. ¡Uuuumm, qué momento delicia!

Nos dirigimos por la Calle del Agua hacia arriba, pasando junto a los desgastados Baños de Aguas del Albaycín, que tienen sus primeras piedras colocadas en el siglo XII y por desgracia, necesitados de una buena intervención y mejora.

Con D. Emilio Calatayud, muchas gracias Sr. Juez.

De nuevo a callejear zigzagueando para pasar junto al Carmen de los Mascarones, sitio en donde tenemos la suerte de encontrar paseando a uno de los vecinos ilustres del Albaicín, nuestro querido Juez de Menores don Emilio Calatayud, que no duda ni un momento y muy amablemente en posar con nosotros. ¡Muchas gracias Sr. Juez!

Continuamos el caminar, llegando ahora junto a ese lugar más que recomendable que es el Restaurante Casa Torcuato, propicio sitio para saborear los típicos platos granadinos, que no todo va a ser andar y quemar calorías.

Giramos a la derecha por la Calle San Gregorio Alto hasta llegar a la que probablemente es la aljibe más importante del Albaicín, por la tarea de reparto de aguas que hacía, se trata de la Aljibe de San Gregorio Alto o Aljibe de Paso. 

Buscando el fresco, que el sol aprieta, andamos los últimos metros al refugio de muy estrechos y sombreados callejones que, finalmente y como por arte de magia, nos ponen bajo el arco de herradura de la mismísima puerta que da acceso al Carmen de las Tres Estrellas, lo que queda acreditado con la contemplación de los restos de las 3 estrellas enclavadas en la parte más elevada del mencionado arco.

Es el momento, de captar las últimas fotos y de recordar historias y leyendas acaecidas en este antiguo carmen, testigo de múltiples reuniones culturales y tertulias literarias, tal y como demuestran viejas lápidas existentes en los muros de la fachada. Hay quien comenta que es un lugar que engancha, mágico, misterioso, con un aire de ancestral atractivo y, es cierto...

Acalorados y algo sedientos, damos por concluida la ruta. Toca ahora refrescarse y avituallarse con fresquita bebida y sabrosas tapas albaicineras, para emprender el camino de vuelta.

Datos de la ruta y recorrido realizado:

Ver nuestro álbum de fotos recuerdo de la ruta aquí>>>

Muy recomendable y más información en el Adarve Granadino, web de Antonio Gómez aquí>>>