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Las Nuevas Tecnologías avanzan que es una barbaridad e Internet cada vez se hace más presente en nuestras vidas, para lo bueno y para lo malo.
Los blogs han irrumpido en todo el mundo internáutico y el porche como no podía ser menos se pone en primera línea y no quiere quedarse atrás.
Este blog permite que el porche sea más participativo, un sitio en el que sea más fácil opinar, dejar un comentario o pegar aquello que simplemente se quiere compartir con los demás, con el único fin de mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo y de sus gentes.
El único límite serán las que imponen las más elementales normas de educación y cortesía, el resto es cosa de todos nosotros.
Entra pues con toda confianza y siéntate un ratito a charlar plácidamente en este tu porche.

Sin raíces no hay ramas, sin árboles no hay bosque.
¡Abajo las raíces, arriba las ramas!
Ubuntu.

Salu2 cordiales y pedal-pedal.
"Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo." EDUARDO GALEANO.

"Cualquier objeto, por insignificante que parezca, tiene una historia que contar. Un mago o maga de las palabras solamente tiene que saber imaginarla y luego, contarla." AYES & LUIS

10 mayo, 2022

Reencuentro de dos artes: la fotografía y la poesía.

 

Hace ya algunos años, mi colega Raúl Calvo Rodríguez (Enero, 2016), me obsequió con esta maravillosa fotografía, que desde el primer momento me cautivó por su simplicidad y sencillez cargada de profundo y maravilloso simbolismo. La vida de la flor que estalla, rompiendo el corazón de la oxidada lata, que alguien, desentendido de ella, arrojó indolente y desvergonzadamente al campo. 

Nada puede parar a la magna fuerza de la Madre Natura.

Unos años después, Ayes Tortosa, la poetisa amiga, nos obsequia con el siguiente poema, incluído en su libro: "Cosas Insignificantes", (Abril, 2022 - Baker Street Ediciones) y que dice así:

LA VIEJA LATA
DONDE CRECÍA UNA FLOR

En la casa de mi abuela
había una blanca flor
que crecía en una lata.
Y había también un gato
que dormía en el balcón.

¡Y cómo hablaban los cuatro
cuando se ponía el sol!
El gatito con mi abuela,
mi abuela y la blanca flor...
Y la lata les contaba,
despacio y media voz,
que hace mucho, mucho tiempo,
antes de tener su flor,
fue una lata de salmón.

Este reencuentro de dos artes que adoro profundamente, me trae a la mente a otro reencuentro de sentencias que, fusionadas, coloqué en su día, en la cabecera de este blog del porche y ahí siguen, y que dicen así:

"Cualquier objeto, por insignificante que parezca, tiene una historia que contar.  (AYES)
Un mago o maga de las palabras solamente tiene que saber imaginarla y luego, contarla. (LUIS)".

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