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La Senda Azul Marina: Faro del Cabo de Gata y Arrecife de las Sirenas desde el mar. |
Un grupo de senderistas privilegiados, porque así nos sentimos, privilegiados, después de ocho ediciones de la Senda Azul por el Parque Natural Marítimo-Terrestre de Cabo de Gata - Níjar en Almería, llevábamos algunos años inventando, imaginando, diseñando, maquinando, soñando, con la realización del recorrido de la Senda Azul, de punta a punta del Parque Natural, del levante al poniente, del sur al norte (o, a la inversa) pero desde el otro lado de la orilla, o sea, desde el mar, abandonando los marrones, ocres y verdes para viajar por todas las tonalidades del azul imaginables.
¿Cómo se verían los paisajes archiconocidos del Parque desde el mar? En piragua, en lancha, en barco..., en definitiva, desde el mar, en lo que habíamos venido bautizando como la Senda Azul Marina.
Y ese sueño, esa idea, machacona, que veíamos difícil y compleja organizativamente, sobre todo porque tradicionalmente íbamos a caminar a finales de invierno o principios de primavera, unas épocas no aptas para aventuras acuáticas por muchos motivos, pero sobre todo por el mal tiempo, empresas náuticas cerradas...
Aunque por Arte de Magia, como suele suceder en los "cuenta-sueños", finalmente, se han dado las circunstancias propicias, se han confabulado las Estrellas, Gea, la Madre Tierra con Poseidón, Dios de los Mares, y se ha hecho realidad la ilusión... y hemos tenido a Mario, Mago del Faro y a Marian, Hada del Mar que, a golpes de varita mágica, nos han concedido el deseo. ¡Pin, pin, pin!
Y ahora viene el cuento de Mario, Marian y los caminantes de la Senda Azul...
Érase una vez la Senda Azul Marina...
...en que unos amigos, enamorados de un Espacio Natural, Mágico, Ancestral y Maravilloso, en el que la Tierra, el Cielo y el Mar conviven a la perfección, de tal manera que unos sin los otros no pueden existir, en lo que los Hombres del Más Allá nombran como el Parque Natural Marítimo Terrestre del Cabo de Gata - Níjar.
Pues bien, cuenta la leyenda que circula de boca en boca entre las gentes, que esos amigos caminaron largo tiempo con ansia de conocerlo todo dentro del Parque, en todas direcciones, del levante al poniente, del sur al norte, alforjas a la espalda, andando por casi todos sus rincones, calas y orillas ignotas y escondidas. Disfrutaron de sus animales y plantas, hasta que un día guiados por el azar, tocaron a las puertas de la casa en la que habitaba el Mago Mario, vigilante y guardián del solitario y altivo Faro situado en las elevadas cumbres de la Mesa de Roldán, allá por las tierras del levante, próximo a la secreta y para algunos innombrable Playa de los Muertos.
El Mago Mario, siempre escoltado por Pipa, su perrita juguetona, había ido acumulando laboriosamente, a lo largo de su vida tesoros fabulosos sobre los faros, sobre su historia y sus gentes, de tal manera que con una amabilidad inmensa recibía a los caminantes, luego sus amigos, que aparecían todos los años y más o menos por la misma fecha, a las puertas del Faro, en donde tumbada en el pórtico dormitaba Pipa, con su pelotilla amarilla a mano, bueno a mano-pata, siempre dispuesta a llevársela a los visitantes que alegres se acercaban a ella para saludarla primero, acariciarla y jugar con ella después. Los rabazos del animal, eran proporcionales a la alegría interna que Pipa sentía al recibirlos. Entusiasmado, los hacía pasar al interior para mostrarles todo aquello que a lo largo del tiempo había ido acumulado con tanto esfuerzo y que celosamente guardaba. El Mago Mario, el Farero, con calma y sonrisa paciente, aguardaba a los caminantes en su puerta, ansioso por mostrar a todos, los nuevos ejemplares añadidos a su espectacular tesoro, en animada y amistosa charla.
Pero en esta ocasión, los Amigos de la Senda Azul le llevaban un regalo, a modo de ofrenda, que portaban desde su lejana tierra: Granada. Un regalo fabricado artesanalmente en los míticos hornos andalusíes de Fajalauza, en el milenario Albayzín. Un recuerdo... en agradecimiento por todo el esfuerzo realizado en el Museo del Faro y sobre todo por habernos recibido siempre con los brazos abiertos.
Mario se jubila y los caminantes, sea como sea, querían mostrarle de esa manera su sincero cariño y afecto por su continuado generoso acogimiento, aceptación y esfuerzo.
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Salud, suerte... y que continúes regalando destellos, amigo Mario. |
Después de despedirse, con fuerte y sentido abrazo del sonriente amigo, posaron sus ojos, con el ánimo maravillado como siempre les ocurría allá arriba, en los bellos paisajes que desde la Torre Artillada rodeaban a la Mesa de Roldán.
Silenciosos descendieron hacia el levante, pensando en cuál sería el futuro de Mario y de los tesoros que guardaba bajo su faro.
Pronto se animaron y decidieron ir a rezar y hacer ofrendas por el futuro de Mario a los Arcaicos, a la Madre-Tierra y al Dios del Mar, en un recóndito Templo del que les habían hablado los habitantes del lugar y que se levantaba dirección levante, en las lejanas tierras de la orilla de la Playa de la Galera, a las faldas de la Torre del Rayo cercana a la población de Carboneras. El efímero Templo, construido y reconstruido constantemente, a base de piedras redondeadas, desgastadas y alisadas por las incansables olas del rebalaje del mar, seleccionadas y talladas original y magistralmente por un creativo indígena, de nombre Ángel Martín Pérez..., dicha gozosa tarea, se fue completando y complementando, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, laboriosamente, por otros Adoradores del Sol, gentes venidas de tierras lejanas, que aportaban su piedrecita decorada o escrita a este lugar tan especial, conocido entre las gentes como "El Templo del Índalo", "El Altar del Hippie" o "La Montaña Mágica"...
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Templo hippie situado en la Playa de la Galera, a la falda de la Torre del Rayo de Carboneras. |
Desde allí, al amanecer del siguiente día, los caminantes viajaron por las tierras de la Senda Azul, en dirección sur, llegando a encontrarse con Marian, el Hada del Mar, capitana del barco, en el lugar de San José, a la orilla de la playa, en donde celosamente, desde su castillo Volcanic Tours, vigilaba y cuidaba, amorosa pero férreamente, las tierras y aguas de la Senda Azul, procurando siempre mostrarlas en toda su grandeza y poniendo en práctica lo que los antiguos sabios naturalistas enseñan: "Hay que conocer la Naturaleza lo primero, lo que nos hace llegar a amarla, para después irremediablemente sentir la necesidad de respetarla y conservarla."
El Hada Marian, nos reunió a todos, preparó su barco, calculó vientos, tiempos, rumbos y derrotas, y nos llevó a navegar por la Senda Azul Marina, en una esplendorosa mañana, en la que Eolo, el Dios de los Vientos, nos observaba feliz y dichoso, obsequiándonos con sus mejores suaves brisas.
Peces voladores, peces luna, gaviotas, cormoranes..., todos confabulados con las aguas claras, con todas la tonalidades del azul inimaginables, se mostraron a los boquiabiertos caminantes ahora transformados en navegantes gracias a la magia que sobre ellos ejercía Marian, el Hada del Mar. Ellos no sabían adonde dirigir sus miradas, hacia el cielo, hacia la tierra, hacia el mar..., poniendo nombres a los espacios, a los paisajes, reconociendo los sitios familiares, a la vez que imaginándolos en el recuerdo de sus pisadas.
Mientras tanto, el Hada Marian, los adentraba en lugares asombrosos, ignotos, accesibles solamente desde el mar.
Calas, cuevas, rincones, coladas..., vistas desde el mar. Silencio natural, de agua que golpea rítmicamente sobre las rocas. Chapuzones submarinos, la posidonia a mano, peces tranquilos de movimientos acompasados... Un sueño hecho realidad.
Casi sin palabras para poder contar lo vivido y sentido, los caminantes-navegantes, regresan raudamente conducidos hasta la orilla, para descender plenos de sensaciones a pisar de nuevo la arena, satisfechos, felices y contentos, abrumados por la experiencia única e inolvidable que el Hada Marian, ha regalado.
Marian, Hada del Mar. |
La magia desaparece, aunque a partir de ahora y para siempre, Marian será su Hada Madrina del Mar... elevando todos pleglarias a los cielos, para que más pronto que tarde, vuelvan a encontrarse con ella y volver a navegar por las cristalinas aguas de éste Paraíso, catalogado por los Hombres del Más Allá, como el Parque Natural Marítimo Terrestre del Cabo de Gata - Níjar.
Ver las fotos de la Senda Azul Marina aquí>>>
2 comentarios:
Ahora entiendo lo del "altar hippie", cobra sentido.
Pensaba que los fareros morían en el cargo la verdad, con esa vida solitaria que suelen llevar.
Que bien narrado y argumentado😊
Gerardo, antiguamente los fareros vivían encadenados, por así decirlo, a su faro, en algunos casos incluso con sus familias. Los faros estaban situados en lugares estratégicos y de difícil acceso, de ahí la vida solitaria que mencionas. Últimamente, se han automatizado, y empresas se dedican periódicamente a su mantenimiento. Ya no hay oposiciones a plazas de farero, con lo cual es una profesión a extinguir con Mario, el último farero de España.
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