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Ubuntu.

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"Cualquier objeto, por insignificante que parezca, tiene una historia que contar. Un mago o maga de las palabras solamente tiene que saber imaginarla y luego, contarla." AYES & LUIS

24 mayo, 2023

Investigando y desmenuzando a la detective María Umbeldini

Mi amigo Antonio Gómez estuvo en la Feria del Libro que se celebró en Granada en torno al Día del Libro, del 21 al 30 de Abril de 2023. Eso es algo muy habitual en él, empedernido lector. De ese su paseo por los diferentes kioscos abiertos por editoriales y librerías me trajo un regalo sorpresa, remitido por mi amiga y admirada Ayes Tortosa. Se trata de un ejemplar de la novela titulada "María Umbeldini y el detestable caso de la Playa del Muerto", Primera edición, marzo 2023, de Binomio Editorial.

Las dedicatorias de un libro son algo muy personal, pero no puedo remediar el gustazo de poner aquí la que Ayes me hizo en el ejemplar regalado, uno no es perfecto:

"Querido Amigo Luis: Pues eso, que mis libros quieren estar contigo. Con mi gratitud y mi Amistad de siempre. Un fuerte abrazo. AYES."

Doblemente afortunado me sentí al recibirlo, como siempre: Una fortuna de recibir un libro de regalo y una doble fortuna de que sea de Ayes, con ese modo tan habitual y cariñoso que tiene de hacerlo.

Puse el libro en la estantería de espera, ya que tenía otros ejemplares que aguardaban mi lectura y por fin llegó el delicioso momento.

Comienzo a leer y a tomar nota, esa costumbre irremediable que de un tiempo a esta parte me asalta cuando cae en mis manos un ejemplar de lo que sea que despierte mi interés. 

Y ahora, y para que no se pierdan con el tiempo y el olvido, voy a ir anotando lo que conforme leo, se me ocurre, citas textuales, reflexiones, pensamientos..., ya que un libro como este es para mí uso y disfrute. Lo leo bebiéndolo, masticándolo, saboreándolo...

  • Comienzo con la genial frase de María Umbeldini cuando inicia sus vacaciones veraniegas que hago mía en muchos iniciáticos, nerviosos momentos: "¡Qué poco me faltaba para la vida libre y salvaje!"
  • Me ha encantado un delicioso y sabroso párrafo que describe la recepción que le hace la Señora Paquita a María cuando llega a la casa veraniega: "¡Menuda sorpresa! En la mesa de la cocina, sobre el mantel a cuadros, había croquetas de jamón, tortilla de patatas, albóndigas en salsa de almendras, crujiente pan de hogaza, empanadillas de salchicha y atún, limonada casera y, de postre... ¡natillas con galleta y canela!"  En la vida hubiera sido capaz de describir una mesa tan suculenta y sabrosa de una forma tan simple y sencilla. ¡Genial!
  • Fantástica la frase para hacer que cuaje en mi mente la cara de sorpresa que puso el personaje, cuando dice: "Me miró con la misma cara de extrañeza que tendría un pescador que hubiera tirado de la caña y encontrado en su anzuelo un saxofón."
  • La acción transcurre en la Playa del Muerto, según la autora. Yo me tomo la licencia de lector de imaginar que el escenario magnífico está en la Playa de los Muertos en mi querido Parque Natural de Cabo de Gata. Creo que es un sitio fantástico y que viene al pelo para situar esta historia aunque sea imaginariamente.
  • Y cuando busco en Google la imagen de la portada para ponerla en esta entrada me surgen tres portadas diferentes, de años y ediciones distintas, lo que hace que sienta en mi adentro una sensación similar a la que habitualmente le aparece a nuestra simpar detective María Umbeldini. Acto seguido guardo las tres portadas y aparco el misterio para cuando me encuentre en directo o en diferido con la autora, Ayes, única que podrá aclararme el misterio surgido: "La historia de las tres portadas de María Umbeldini y el detestable caso de la Playa del Muerto". Paciencia, paso corto, vista larga y todo se aclarará en su oportuno momento.

  • Indago en la Wikipedia y en el 2011 se hace la publicación por primera vez de este libro, ¿por qué ahora no se dice que es la tercera edición? Buena pregunta, je,je,je.
  • Descripción de algo sorprendente, inaudito...: "Encontrarse en aquel pueblo, donde la mayoría de la gente no había visto un libro ni en fotografía, con la librería de Horario Biblo equivalía a encontrarse una lozana margarita en medio del desierto." ¡Cuántas veces me he encontrado con flores en lugares sorprendentes! La Naturaleza es formidable, poderosa, increíble.

  • Para indicar la pasión por la lectura de Lucas, amigo de María, dice de él: "Era capaz de leer hasta las instrucciones para montar una lavadora, si caían en sus manos."
  • Seguimos describiendo situaciones sorpresivas: "J.J. Rodríguez, así era su nombre completo, nos observó un momento a mi amigo y a mí, con el gesto de alguien que ha desenvuelto un electrodoméstico y nada más verlo quiere pedir el libro de reclamaciones."
  • Me encanta la sencilla y genial descripción de una tormenta, mientras sin quererlo me sumerjo en ella: "En el exterior se había levantado un viento huracanado. Veíamos a través de la cristalera, las palmeras del paseo agitándose como enormes plumeros verdes, y nubes oscuras como tizones que se iban acumulando en el cielo." Cierro los ojos y oigo el rugir del viento, los abro y veo doblarse las palmeras de la rambla bajo un cielo sin luz. Parece que se ha hecho la noche de pronto, en segundos. Truenos resuenan cada vez más cerca encogiendo el ánimo a la vez que el corazón. Los primeros gotones comienzan a caer con ímpetu, haciendo daño, mientras una furiosa fuerza, una mano misteriosa, invisible, sopla sin compasión amenazando con arrojarme al suelo. La gorra sale revoloteando y a duras penas me hago con ella. Tengo que atármela, mientras aprieto los dientes, me agacho y tiro con ganas para seguir mi camino. No queda otra.
  • Ahora encuentro la más contundente descripción-definición de un "gilipollas-malafollá": "En fin, se sentía una persona muy importante subido en sus ostentosos vehículos o dando órdenes por sus teléfonos móviles."
  • Algo de aplastante lógica: "No comprendía que si les dan a elegir, las sardinas prefieren tirarse al mar y no a la lata."
  • Una descripción sensacional de lo que sería o hubiera sido la Playa del Algarrobico o cualquier otra playa del Parque Natural del Cabo de Gata: "A la Playa del Muerto no se podía llegar en coche, había que hacerlo en barco o a pie, trepando por los arrecifes que la rodeaban. Eso la había salvado de que se construyeran en ella bloques colmeneros como gigantescas cajas de cerillas, moles que roban en la playa el sol del atardecer y en cuyo cemento se estampan las gaviotas. Así había pasado en la cala contigua: la Punta de la Rana."
  • Esta es la confirmación de mi sospecha: Ayes ha pensado en la Playa de los Muertos y en la del Algarrobico o en cualquier otra de mi querido Parque Natural del Cabo de Gata, ¡qué mas da!: "Pero lo más importante era que no se podía construir en la Playa del Muerto, sencillamente porque era un paraje protegido, una reserva ecológica que el Ministerio de Medio Ambiente había declarado Parque Natural." ¡Chúpate esa!
  • Otra vez, se nos viene encima una tormenta: "Acto seguido escuchamos un trueno, las nubes reventaron como grises sacos cargados de agua hasta los topes y gotas gruesas igual que canicas empezaron a rebotar en la calle y en los cristales... De pronto pareció que alguien acababa de apagar la luz de la tarde. Los truenos empezaron a sentirse más cercanos."
  • De nuevo, como el que no quiere la cosa aparece una de mis frases favoritas de Stevenson: "Que lo que ha de suceder ahora o mañana, suceda. Todo lo que busco es el cielo sobre mi cabeza y un camino para mis pies". ¡Esta Ayes me tiene "calao"!
  • Y ahí va una magistral lista de nombres gatunos, que uno nunca sabe cuando le hará falta bautizar a un minino: "Pipo, Calcetines, Ardilla, Zipi, Zape, Linda, Blanquita, Mustafá..."
  • Me fascina la descripción de marabunta que montan los personajes en "El Langostino de Oro", trayendo aquí, a modo de botón de muestra, el siguiente párrafo: "El escándalo fue impresionante. Alguien vomitó y provocó una reacción en cadena de vomitonas. La gente se levantó alarmada de sus asientos, querían huir de allí corriendo y chocaban unos con otros. Al final había por lo menos veinte señoras desmayadas. Los gatos se subieron en las mesas y dieron buena cuenta de los restos de las gambas de aguacate. Se relamían los bigotes."
  • ¡Cómo envidio, a este personaje! (a la vez que me identifico con él): "El señor Horacio sonreía mientras seguía mojando la pluma en el tintero y escribiendo bonitas letras de caligrafía en su libreta."
  • Me encanta por su gran ternura y no me cuesta ningún trabajo imaginar rememorando, cómo era esa paternal mirada: "Mi padre me escuchaba divertido; sonreía con sus ojos más que con su boca. ¡Ah, cómo me gustaba ver esa sonrisa en los ojos de mi padre!... Luego nos quedamos callados, con nuestros pensamientos. A veces no son necesarias las palabras para entender a las otras personas."
Y colorín colorado, esta historia ha terminado. Y si quieres disfrutar de lo lindo, prepárate el libro y léelo completico. Seguro que te va a encantar.

Gracias, Ayes.

1 comentario:

Ayes Tortosa dijo...

Quiero expresar toda mi gratitud a mi buen amigo, “hacedor de caminos”, Luis Díaz, por el artículo que ha escrito sobre mi “María Umbeldini y el detestable caso de la Playa del Muerto”. Sus “objetivas” palabras son un orgullo para mí, al igual que su amistad.
Sus comentarios me llenan de ánimo y estímulo para seguir escribiendo y continuando con mi saga de María Umbeldini. Así que lo “amenazo” con la siguiente entrega: “El misterio de las siete abuelas”.

Me encanta como ha ido hilando sus vivencias senderistas y sus fotos con capítulos de mi libro. Y he de decirle que sí, que cualquier parecido con la realidad “no es pura coincidencia”, así que efectivamente hablo de la Playa de Los Muertos, allá por las tierras almerienses, (exploradas por él junto con nuestro buen y común amigo Antonio Gómez Romero), en su “Ruta Azul. Al Alcalde del que hablo en la novela, le he cambiado el nombre y los apellidos (para evitar represalias), pues les aseguro que existen unas cuantas docenas de personajes iguales a él, repartidos por nuestros pueblos costeros.

Aclararé también ese punto oscuro del que habla el autor de este artículo, “el misterio de las tres portadas”: se trata de tres ediciones diferentes de la misma historia: Las dos primeras en tiradas cortas en editorial “Maese Gato” (editorial fundada por Mar Delgado, que casualmente es mi hija, y por servidora). Y la tercera, objeto de los comentarios de Luis Díaz, y ya de mayor tirada, en la editorial Binomio, de reciente creación.
En fin, espero haber aclarado algunos aspectos de la historia. Pero sobre todo espero haber sabido expresar mi gratitud inmensa a Luis Díaz, de quien no sólo soy amiga, sino fan y seguidora. Y por supuesto espero “inundar” su casa, con mis siguientes títulos. Pues como bien reza en la citada dedicatoria que le escribí: “Mis libros están deseando estar en sus estanterías”