Hay situaciones, lugares, cosas, pensamientos, textos, reflexiones..., que van y vienen, que son recursivos, que están de acá para allá sin parar, en una senda circular, infinita. Se encuentran en perpetuo movimiento, navegando por la Red, por la Vida, por el Camino y, cuando menos te lo esperas, ¡zas!, te los topas de nuevo, te das de bruces con ellos.
Hace ya unos cuantos años, septiembre de 2018, en este mismo blog, reflexioné sobre ese precioso poema de P. Kavafis, "Cuando emprendas tu viaje a Ítaca", que me entusiasmó y encontró su sitio en este blog de "El porche". Pasado el tiempo, vuelve a aparecer, a hacer referencia a ese mismo poema, el genial Antonio Monleón Anguita, y no he dudado ni un segundo en traer al mismo sitio, a "el porche de los ilustres", sus reflexiones, que siguen completando el contenido de lo que en el poema se dice y reflexiona.
A mi me ha gustado y yo sigo caminando, a veces con la mano del amigo en mi hombro, con mi mochila a la espalda, bastón en mano y con Ítaca siempre en mi mente.
TEN SIEMPRE A ITACA EN TU MENTE, de Antonio Monleón Anguita.
La chica de la oficina del peregrino en Santiago de Compostela me preguntó: ¿Por qué motivos ha hecho usted el Camino: religiosos, espirituales o culturales? Yo le iba a responder que culturales, pero después de pensarlo un poco le dije que espirituales, porque el espíritu no es patrimonio de ninguna religión. ¿Acaso la comunión con los bosques de fresnos, robles, abedules y avellanos, los caseríos y los arroyos, no es algo espiritual? Se pone de manifiesto cuando te fundes con el espíritu de las llanuras sin fin y las colinas y montes; cuando escuchas el rumor de los árboles; y cuando acaricias las ancestrales piedras de muros y albarradas. Como hubiera dicho Kavafis, el espíritu y la magia están en el camino y no en la meta. Lo importante no es llegar, porque el camino nos lleva al interior de cada uno de nosotros. El camino, como la vida, tiene sus luces y sus sombras. La luz ilumina los senderos, las aldeas, los arroyos y los bosques por donde transcurre la vida, en oposición con la meta, que son las sombras, una misteriosa tumba que nadie sabe lo que contiene.
2 comentarios:
Todos tenemos preparados nuestra mochila y bastones para el largo camino hacia Itica. Esa sensación de bienestar que produce haber hecho un camino. Esa felicidad inmensa cuando ves algo que nunca antes habías visto. Y te sorprendes. A tu lado, Luis, viajamos y nos asombramos al descubrir cada día cosas nuevas. Gracias por descubrirnos cosas que jamás soñábamos. Un abrazo
Espero que cuando regreses a Ítaca, Penélope haya terminado, por fin, de tejer el manto, o, mejor, tenla siempre en mente y no regreses: sigue explorando nuevos mundos cuál Ulises
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