No soy amante de las fiestas con grandes concentraciones de personas en las que esté presente el alcohol y otros innombrables menesteres. No lo puedo remediar, siempre me han tirado hacia atrás y he huido de ellas. En donde esté un buen majano en medio del monte, no se pone nada.
En esta ocasión me pasaba lo mismo con eso de "ir a ver los carnavales a Cádiz" y he de reconocer que mi experiencia ha sido agradable, atractiva, interesante, ilustrativa y confirmadora de ese refranillo que afirma eso de que no hay que decir. por si acaso, lo de "este agua no beberé".
El tiempo meteorológico fenomenal, ha contribuido también, pero sobre todo, y a pesar de las miles y miles de personas en ambiente carnavalero, la gran amabilidad y cortesía del pueblo gaditano, que demuestra con creces sobradamente que tiene raíces milenarias acostumbradas a acoger, a recibir con los brazos abiertos, y eso se nota. No me sentí raro ni extraño en ese Cádiz, sino todo lo contrario, agusto, bien acogido y mejor tratado. ¡Ole ese Cádiz!
Por la mañana, Cádiz nos recibió con calles superlimpias y aseadas, a la noche, los papelillos, serpentinas y otras negras cosas lógicamente habían hecho aparición, lógico y normal, después de una marabúntica jornada carnavalera, pero ni un cristal, ni vasos rotos, ni residuos, ni cartonajes, y mira que estábamos criaturitas.
Y mucha gente disfrazada y no disfrazada, cada uno con su tema, su canción, su rollo, pero ni una palabra más alta que otra, ni una pelea, ni un mal gesto, sino educación, cortesía, buen gesto y muchas ganas de divertirse, de sanamente pasarlo bien. ¡Ole y ole ese Cádiz!
El final de fiesta, la Cabalgata del Carnaval. La pude ver en Puerta Tierra, junto a miles de gaditanos y visitantes, en un sano ejercicio de ambiente festivo, en el que los niños y jóvenes eran ahora los protagonistas, disfrute y fiesta infantil por todos lados y lo peor mi vecino Angelito, el nervioso, que me enchufó directo al ojo el bote de espuma carnavalera, como es lógico, esperable y normal, ¡cosas del Carnaval!
En definitiva, pies destrozaícos, cuerpo cansados y de vuelta a la casa con el espíritu feliz y satisfecho de haber vivido y disfrutado de algo grande y hermoso.
No quiero terminar esta entrada, sin hacer un sincero agradecimiento, sin hacer una justa referencia a la magnífica organización conseguida por el personal del Ayuntamiento de Huétor Tájar, que ha permitido que cinco repletitos autobuses de diversos vecinos del Poniente, viajaran hasta Cádiz, así que al César lo que es del César, y a Maika y Cia, lo que les corresponda: ¡¡¡Muuuchas gracias!!!
Fotos Carnaval 2016:
No hay comentarios:
Publicar un comentario