Juan Manuel Jiménez Muñoz es un escritor de novelas, con un (me atrevo a decir) marcado carácter y estilo costumbrista, histórico-periodístico, nacido en la localidad de Canillas de Aceituno en la Axarquía malagueña, en 1961, la segunda mitad del siglo XX, y por ello es contemporáneo mío, así que salvando las distancias geográficas y sus circunstancias y vivencias, en cuanto a lo que aquella sociedad del dictador Franco y de la transición vivió, es muy semejante con lo vivido por mí. Su manera de narrar me encanta y por eso, he leído y disfrutado de todos sus libros: "La flor de los celindos", "Sangre de Sierras Bravas" y "Los códigos de Fray Moreno". Espero seguir pasándolo bien con muchos más.
En su último libro, "Libélula invisible", publicado por Ediciones del Genal y editado en mayo de 2024, hace un relato-retrato genial desde aquella época hasta el presente 2024 (siglo XXI), con un toque maestro de humor que personalmente me ha encantado y me ha avivado los recuerdos.
Animo y recomiendo su lectura, que seguro a nadie dejará indiferente.
Me atrevo a reproducir un trozo de texto que avala lo dicho anteriormente, es decir, su genialidad como novelista, con su portentoso toque de humor que lo impregna todo, quitándole hierro y dureza a la línea narrativa.
Yo lo titulo "El zapatillazo"...
"También mi madre me corrige, pero con tiento y cariño. Acabada mi travesura infantil, concluido mi acto vandálico, me escondo tras la puerta de mi cuarto. Pero mi madre, en un regate magnífico, al lanzar su zapatilla le imprime un extraño giro en el último segundo: la drástica curvatura que retuerce su rectilínea trayectoria hace doblar mi escondite y alcanzar mis posaderas.
Es el de mi madre un lanzamiento geométrico, perfecto, didáctico. Un vuelo sideral lindando con lo antológico. Un desafío a la mecánica cuántica. Una arbitrariedad trigonométrica, Un problema pitagórico. Una provocación a la física. Un enigma matemático que lucha contra la lógica. Una bonita parábola que ya roza lo hiperbólico.
Es un lanzamiento como sólo las madres saben. Desafiando su zapatilla las leyes del espacio-tiempo. Haciendo trizas las estadísticas. Mejorando los cohetes de la NASA. Igual que el vuelo de un pájaro.
Es un zapatillazo sin complejos, sorprendente, pedagógico. Rápido como la pólvora, imposible y enigmático. Un zapatillazo catastrófico llegado de lo más recóndito, como si fuese un relámpago.
Es un zapatillazo con amor y desespero. Un zapatillazo sin rencor ni odio. Un zapatillazo corrector, certero. Un zapatillazo cálido. Un zapatillazo terapéutico. Un zapatillazo mágico.
Es un zapatillazo precedido por una voz inequívoca, por un llamamiento último, por un ultimátum clásico: "ven acá p'aca".
Es un zapatillazo clamoroso, con aplauso y vuelta al ruedo.
Es un zapatillazo como la copa de un pino.
Es un zapatillazo como manda Dios.
Y es un zapatillazo, en resumidas cuentas, culminado por el beso de mamá."
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Gracias.
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