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Sin raíces no hay ramas, sin árboles no hay bosque.
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Ubuntu.

Salu2 cordiales y pedal-pedal.
"Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo." EDUARDO GALEANO.

"Cualquier objeto, por insignificante que parezca, tiene una historia que contar. Un mago o maga de las palabras solamente tiene que saber imaginarla y luego, contarla." AYES & LUIS

27 julio, 2022

El perro cojo


Con una pata colgando,
despojo de una pedrada,
pasó el perro por mi lado,
un perro de pobre casta.
Uno de esos callejeros,
pobres de sangre y estampa.
Nacen en cualquier rincón,
de perras tristes y flacas,
destinados a comer
basuras de plaza en plaza.
Cuando pequeños, qué finos
y ágiles son en la infancia,
baloncitos de peluche,
tibios borlones de lana,
los miman, los acurrucan,
los sacan al sol, les cantan.
Cuando mayores, al tiempo
que ven que se fue la gracia,
los dejan a su ventura,
mendigos de casa en casa,
sus hambres por los rincones
y su sed sobre las charcas.
Qué tristes ojos que tienen,
que recóndita mirada
como si en ella pusieran
su dolor a media asta.
Y se mueren de tristeza
a la sombra de una tapia,
si es que un lazo no les da
una muerte anticipada.
Yo le llamo: psss, psss, psss.
Todo orejas asustadas,
todo hociquito curioso,
todo sed, hambre y nostalgia,
el perro escucha mi voz,
olfatea mis palabras
como esperando o temiendo
pan, caricias...   o pedradas,
no en vano lleva marcado
un mal recuerdo en su pata.
Lo vuelvo a llamar: psss, psss.
Dócil a medias avanza
moviendo el rabo con miedo
y las orejitas gachas.
Chasco los dedos; le digo:
"ven aquí, no te hago nada,
vamos, vamos, ven aquí".
Y adiós la desconfianza.
Que ya se tiende a mis pies,
a tiernos aullidos habla,
ladra para hablar más fuerte,
salta, gira; gira, salta;
llora, ríe; ríe, llora;
lengua, orejas, ojos, patas
y el rabo es un incansable
abanico de palabras.
Es su alegría tan grande
que más que hablarme, me canta.
"¿Qué piedra te dejó cojo?
Sí, sí, sí, malhaya".
El perro me entiende; sabe
que maldigo la pedrada,
aquella pedrada dura
que le destrozó la pata
y él, con el rabo, me dice
que me agradece la lástima.
"Pero tú no te preocupes,
ya no ha de faltarte nada.
Yo también soy callejero,
aunque de distintas plazas
y a patita coja y triste
voy de jornada en jornada.
Las piedras que me tiraron
me dejaron coja el alma.
Entre basuras de tierra
tengo mi pan y mi almohada.
Vamos, pues, perrito mío,
vamos, anda que te anda,
con nuestra cojera a cuestas,
con nuestra tristeza en andas,
yo por mis calles oscuras,
tú por tus calles calladas,
tú la pedrada en el cuerpo,
yo la pedrada en el alma
y cuando mueras, amigo,
yo te enterraré en mi casa
bajo un letrero: «aquí yace
un amigo de mi infancia».
Y en el cielo de los perros,
pan tierno y carne mechada,
te regalará San Roque
una muleta de plata.
Compañeros, si los hay,
amigos donde los haya,
mi perro y yo por la vida:
pan pobre, rica compaña.
Era joven y era viejo;
por más que yo lo cuidaba,
el tiempo malo pasado
lo dejó medio sin alma.
Y fueron muchas las hambres,
mucho peso en sus tres patas
y una mañana, en el huerto,
debajo de mi ventana,
lo encontré tendido, frío,
como una piedra mojada,
un duro musgo de pelo,
con el rocío brillaba.
Ya estaba mi pobre perro
muerto de las cuatro patas.
Hacia el cielo de los perros
se fue, anda que te anda,
las orejas de relente
y el hociquillo de escarcha.
Portero y dueño del cielo
San Roque en la puerta estaba:
ortopédico de mimos,
cirujano de palabras,
bien surtido de intercambios
con que curar viejas taras.
"Para ti...   un rabo de oro;
para ti...   un ojo de ámbar;
tú...   tus orejas de nieve;
tú...   tus colmillos de escarcha.
Y tú, -mi perro reía-,
tú...  tu muleta de plata".
Ahora ya sé por qué está
la noche agujereada:
¿Estrellas...   luceros...?  No,
es mi perro cuando anda...
con la muleta va haciendo
agujeritos de plata.

   Manuel Benítez Carrasco

4 comentarios:

arqueologo58 dijo...

Luís, Muchas Gracias, por recuperar esa bonita poesía del albaicinero Manuel Benítez Carrasco... No la conocía y me ha encantando... hasta hacerme saltar las lágrimas... Manuel, siempre gustaba de improvisar y creo que nunca declamó igual sus poemas... y con su magistral forma de recordar: los variaba y enriquecía... Su perro cojo, ya está en el cielo de los perros (con San Roque)... procuremos dar a sus sucesores perrunos, una vida feliz y agradable, como ellos lo hacen con nosotros... Muchas Gracias, Manuel - Muchas Gracias, Luís.

BikerVva dijo...

En la Plaza de San Bartolomé, en el Albaicín, se encuentra este poema en una de los laterales de la plaza:

ORACIÓN DEL PERRO

Oh Señor de las criaturas, haz que el hombre, mi amo, sea fiel para otros hombres como lo soy para él.

Haz que ame su familia y sus hijos como yo les amo. Haz que honestamente guarde los bienes que tú has concedido como honestamente guardo yo los suyos.

Dale, Señor, una sonrisa fácil y espontánea, como fácil y espontáneo es el jugueteo de mi rabo. Conserva en él mi juventud de corazón y mi alegría de pensamientos.

Oh Señor de todas las criaturas, del mismo modo que yo soy siempre verdadero perro, haz que mi amo sea siempre verdadero hombre y recoja mis excrementos en la calle.

BikerVva dijo...

Y a propósito de esa oración, en la red alguien "anónimo" hizo el siguiente comentario que me gustó:

Buenas noches, al leer esta oración he recordado a Whitman en uno de sus poemas cuando dice: que las criaturas no lloran por sus pecados, ni se arrodillan ante los dioses.

De acuerdo estoy con la oración, en que los perros son leales que no fieles, aman a su familia humana, y guardan la casa que también es suya.

Son honestos, sinceros, alegres y jóvenes toda su vida canina, y además no tienen prejuicios, ni clasismo ni racismo y vivirán en cualquier parte y cualquier condición contigo.

También estoy de acuerdo con lo de los excrementos, pero con lo de amo... que paradoja que esa palabra, que tanto puede ser un verbo hermoso como un sinónimo aún más cruel que dueño.
No me parece que los perros piensen en nosotros como sus amos sino como su familia a la que quiere, protege y cuida.

patrp dijo...

Que bonito me ha encantado el poema