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Ubuntu.

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"Cualquier objeto, por insignificante que parezca, tiene una historia que contar. Un mago o maga de las palabras solamente tiene que saber imaginarla y luego, contarla." AYES & LUIS

14 enero, 2017

Viendo el mundo con otros ojos

Hoy me ha llegado un dibujito, procedente de Gonzalo, mi sobrino-nieto, un niño de 6 años, con toda la barba, imaginación, interés y motivación propia de su elevada edad.
Hoy he recibido un incunable, uno de esos regalitos que no tienen precio, ya que se hacen con el corazón y son puro sentimiento.
Y explica su mamá: "Su Eva subida en moto de nieve, Baltita con su casco de Mamut, Tinki atrapada en una montaña a más de 5 metros de altura, de ahí la cuerda con las medidas, y bajo estratos y sedimentos de las montañas de Sierra Nevada, un sin fin de fósiles de dinosaurios esperando al paleontólogo Gonzalo para salir a la luz..."

Y es que esos dibujos nos ponen las gafas de niños, eso que todos fuimos y que ¿por desgracia? hemos olvidado ser, por pura cuestión de tiempo. Menos mal que de vez en cuando se levanta un soplo de aire fresco, brisilla suave que nos trae recuerdos del pasado.

Una reflexión me lleva a otra, la de recordar esa maravilla de libro que es "El Principito" de Antoine de Saint Exupery, que tanto hizo por ayudarme a ponerme las gafas para poder ver, aunque sea puntualmente, el mundo con ojos de niño.

Como homenaje a uno y al otro, pego ahora ese fantástico y maravilloso primer capítulo.
Gracias, Gonzalito.

El Principito, de Antoine Saint Exupery
PRIMER CAPÍTULO

Cuando tenía seis años, vi una vez una imagen magnífica en un libro sobre la Selva Virgen que se llamaba "Historias Vividas". Representaba una serpiente boa que tragaba una fiera. He aquí la copia del dibujo. En el libro decía: "Las serpientes boas tragan a su presa entera, sin masticarla. Luego no pueden moverse más y duermen durante los seis meses de su digestión".

Reflexioné mucho sobre las aventuras de la jungla y, por mi parte, logré trazar con un lápiz de color mi primer dibujo. Mi dibujo número 1. Era así:
Mostré mi obra maestra a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.
Me contestaron: "Por qué un sombrero podría dar miedo?" 
Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante.

Dibujé entonces el interior de la serpiente boa, para que las personas mayores pudieran comprender. Siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo número 2 era así:
Las personas mayores me aconsejaron dejar de lado los dibujos de serpientes boas abiertas o cerradas, e interesarme en cambio en geografía, historia, matemática y gramática.
Es así como abandoné, a la edad de seis años, una magnífica carrera de pintor. Había sido desalentado por el fracaso de mi dibujo número 1 y de mi dibujo número 2.
Las personas mayores no entienden nunca nada por sí mismas, y es cansador, para los niños, darles una y otra vez explicaciones.

Tuve entonces que elegir otro oficio y aprendí a pilotear aviones. Volé por todo el mundo. Y la geografía, efectivamente, me sirvió mucho. Sabía distinguir, del primer vistazo, China de Arizona. Es muy útil, si uno está perdido durante la noche.
Tuve así, en el curso de mi vida, montones de contactos con montones de gente seria. Conviví mucho con las personas mayores. Las vi de muy cerca. Mi opinión no mejoró demasiado por ello.

Cuando encontraba una que me parecía algo lúcida, probaba con ella mi dibujo n° 1 que siempre he conservado. Quería saber si era realmente comprensiva. Pero siempre me respondía: "Es un sombrero". Entonces no le hablaba ni de serpientes boa, ni de selvas vírgenes, ni de estrellas. Me ponía a su alcance. Le hablaba de bridge, de golf, de política y de corbatas. Y la persona mayor estaba muy contenta de conocer un hombre tan razonable.

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