Como nos tiene acostumbrados Walt Disney la película, ahora no de dibujos animados, es sencillamente espectacular, con unos efectos especiales que te dejan boquiabierto, con una banda sonora maravillosa, y en fin, para los amantes de este tipo de cine una producción más que digna, muy buena y perfectamente acabada. Es mejor verla que contarlo.
Pues bien, nada más empezar la película y comenzar a valorar el fantástico diseño, se me ocurrió pensar en lo que "esta gente" sería capaz de hacer con un personaje como mi querido Capitán Alatriste, del gran Arturo, y sentí una mezcla de rabia y de pena. Rabia por no poder disfrutar de una propuesta en cine semejante a esta Cinderella del Capitán Alatriste y pena al pensar que estos americanos de Hollywood son la leche para la suyo y que cuando dicen de hacer algo lo hacen a lo grande y luego a sacar beneficios "en todo el mundo y a todo quisque".
Comparar la puesta en escena de Cinderella con la película de Alatriste o la última versión que ha hecho Telecinco es como comparar un cuadro de Velázquez con un dibujito de los que yo hago.
Bueno, pues ya me he desahogado y he sacado para afuera lo que llevaba en los adentros.
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