Ya viejecico, cansado, tuerto, con un ojo cegado, no sabemos si de una catarata por la edad o producto final de batallas de juventud.
La cuestión es que se ha muerto, a los 10 o a los 70, según se mire. La cuestión es que según dicen, 1 año de vida gatuna equivalen a 7 años humanos, luego si no me fallan las cuentas, pues sería como si tuviera, en humano, unos 70 años. Pues tampoco está mal, no ha llevado mala vida y se ha ido apagando poquito a poco, aparentemente sin dolor, vamos sin dar un ruidico.
Hoy, sábado, después de la bici, cansado de la ruta, hemos tenido que ir a enterrarlo. Después de tanto tiempo viviendo en la casa, en familia y a su manera, se merecía un entierro digno, y a pesar del calor y del cansancio, hemos sacado fuerzas de flaqueza y a orillas del Genil, en un sombreado y tranquilo lugar ha recibido una bonita gatuna sepultura, con todo nuestro cariño, respeto y afecto.
Cuando paseando pasemos por ese lugar siempre habrá un momento para el recuerdo de Curro, de esto se trata...
Y es que Curro, en su vida animal, gatuna, también nos ha dado lecciones. Siempre pegado a nosotros, a su aire, sin dar muchos ruido, sin molestar, dando cabezadas en cualquier rincón de la casa o del patio, y cabezazos para que le echáramos de comer.
Le encantaba que lo acariciaran, que le pasaran la mano por el lomo, por eso siempre contaba yo a los humanos aquello de:
"Hasta a mi gato Curro le encanta que lo acaricen de vez en cuando, que le pasen la mano por el lomo, ¿cómo no le va a gustar a uno que de vez en cuando le hagan lo mismo, que lo acaricien y que le den afecto?"
Pues nada, espero que esté en el cielo de los animales y que descanse en paz con todos ellos.
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