Este "Testamento de un perro para los humanos" me ha llegado de ida y vuelta por las redes en más de una ocasión. Siempre me ha atraido; me ha gustado. Finalmente, y para que no se pierda en las profundidades insondables de la Red, lo copio y pego en mi blog, con la idea de tenerlo a mano cuando lo necesite.
1.- Mis pertenencias materiales son pocas y dejo todo para ti.
2.- Un collar mordisqueado en una de las puntas, una cama de perrito desordenada y un recipiente de agua que está con el borde roto…
3.- Te dejo la mitad de una pelota de goma, una muñeca rota que vas a encontrar debajo del refrigerador, un ratoncito de goma que esta detrás de la cocina y un montón de huesos enterrados en la maceta de las rosas y bajo del piso de mi casita.
4.- Además de eso te dejo mis recuerdos, que son muchos.
5.- Te dejo el recuerdito de dos enormes y amorosos ojitos café, una colita corta y puntiaguda, un hociquito mojado y una lloradera detrás de la puerta.
6.- Te dejo una mancha en la alfombra de la sala, al lado de la ventana, cuando en las tardes de invierno yo me apropiaba de aquel lugar, como si fuera mío y me enrollaba como una bolita a tomar un poco de sol.
7.- Te dejo un tapete todo destartalado frente a tu silla preferida, el que nunca fue zurcido con el tipo de lana correcto… esto es verdad, yo lo masticaba todito cuando tenía 5 meses de edad, ¿te acuerdas?
8.- Dejo solo para ti, el ruido que hacía al salir corriendo sobre las hojas de otoño cuando paseábamos por el bosque.
9.- Te dejo también, el recuerdo de los momentos en las mañanas, cuando salíamos juntos por la rivera del río y tu me dabas galletas de vainilla.
10.- Te dejo como herencia mi devoción, mi simpatía, mi apoyo cuando las cosas no iban bien, mis ladridos cuando tu levantabas la voz enojado… y mi frustración porque habías peleado conmigo.
11.- Yo nunca fui a la iglesia y nunca escuché un sermón. Sin embargo, aún sin haber hablado siquiera una palabra en toda mi vida te dejo mi ejemplo de amor, paciencia y comprensión.
12.- Tu vida ha sido más alegre… porque yo estuve a tu lado.
Si yo con mis propias patitas pudiese hacer lo mismo a los amigos callejeros que pasan frío, les dejaría el hogar donde fui tan feliz, mi plato, mi camita, mis almohadones y todos mis juguetes, las faldas de mi amo a quien tanto quise, su mano cariñosa, esa mano que acarició mi lomo con ternura y su voz dulce que repetía mi nombre.
Al amigo triste y asustado que vive en un albergue, como yo lo hice, le dejo el lugar que tuve en el gran corazón de mi amo, un corazón que jamás conoció límite alguno.
Por eso, cuando sea la hora de partir, nunca digas “nunca más tendré otro perro porque la pena que siento es demasiado para mí”.
No pienses eso; mejor llévate a casa un amigo de cuatro patas abandonado, uno que aún no sabe de felicidad, alegría o esperanza, y ofrécele MI lugar.
Es lo único que puedo dejar….el amor que alguna vez me diste y que ahora él necesita.
ESTO es mi herencia; mi testamento y mi última voluntad.
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