Suspendidos por los padres
Los altercados en las gradas obligan a detener un buen número de encuentros de fútbol los fines de semana
NOTICIA DE CÉSAR GUISADOEl fútbol es uno de los deportes que moviliza a más familias cada fin de semana. Padres e hijos se preparan una vez termina el colegio para acudir a alguno de los cientos de partidos que llenan las instalaciones deportivas de Granada.
Son, generalmente, jornadas de distensión. De relajación. Aunque, a veces, el esparcimiento se torna en desastre cuando los árbitros se ven obligados a suspender los partidos por culpa de incidentes que en su mayor parte, se originan en la grada, ocupadas por directivos de clubes, compañeros de los jugadores y, sobre todo, familiares. Padres y cada vez más madres que ejercen una presión excesiva entre árbitros, monitores e hijos, alterando así el ritmo normal del partido.
Según las estadísticas, cada jornada se suspende en la provincia al menos un partido de fútbol base por culpa de actos violentos generados en la grada y que acaban trasladándose al terreno de juego.
«Lo normal», según nos explica Aurelio López, secretario de la Federación Granadina de Árbitros, «sería que todo ocurriera dentro del campo, pero no es así. La mayoría de las veces los altercados vienen desde la grada, promovidos, en parte, por familiares que calientan el ambiente». Pese a ello, un árbitro de fútbol base, que por lo general no supera la veintena, «aguanta el tipo y deja que acaben los 90 minutos para no perjudicar a los equipos» señala Aurelio, quien a la vez reconoce que en ocasiones lo mejor es «acabar con el partido antes de tiempo si el árbitro ve que peligra su integridad física».
Para el responsable de prensa de la Federación Granadina de Fútbol, Fernando de Rafael, el problema puede venir dado por dos factores «principalmente por la frustración de unos padres que intentan que sus hijos sean profesionales del fútbol», explica, «hace tiempo leí que era más fácil llegar a ser director de Microsoft, que llegar a ser jugador profesional de fútbol». Y no anda desencaminado De Rafael. La Federación Andaluza de Fútbol, tiene registradas para este año 126.000 licencias de jugadores, desde categoría benjamín hasta sénior.
Las reglas del juego
En la LFP, que comprende la Primera y Segunda división, hay alrededor de 150 futbolistas andaluces, lo que refleja que tan sólo un 0.12% de los jugadores que hoy tienen ficha en algún equipo de fútbol base de Andalucía, llegará a ser un futbolista profesional y poder vivir algún día del deporte. «El otro factor, más importante si cabe», continúa Fernando «es el desconocimiento de las reglas de juego por parte de los padres quienes intentan sobreproteger a los hijos de la entrada dura del rival o de una decisión arbitral que no llegan a comprender, y es en estos casos cuando exceden sus limitaciones, llegando a intervenir de forma directa en el juego», concluye.
Por eso es necesario que los tutores entiendan que a estas edades, sea cual sea el deporte que practiquen sus hijos, los convierte únicamente en deportistas. El fútbol, como cualquier deporte, sólo reportará al que lo practica un hábito saludable y una experiencia, además de una serie de valores que serán adquiridos en el terreno de juego, si el entorno hace bien su trabajo.
Son, generalmente, jornadas de distensión. De relajación. Aunque, a veces, el esparcimiento se torna en desastre cuando los árbitros se ven obligados a suspender los partidos por culpa de incidentes que en su mayor parte, se originan en la grada, ocupadas por directivos de clubes, compañeros de los jugadores y, sobre todo, familiares. Padres y cada vez más madres que ejercen una presión excesiva entre árbitros, monitores e hijos, alterando así el ritmo normal del partido.
Según las estadísticas, cada jornada se suspende en la provincia al menos un partido de fútbol base por culpa de actos violentos generados en la grada y que acaban trasladándose al terreno de juego.
«Lo normal», según nos explica Aurelio López, secretario de la Federación Granadina de Árbitros, «sería que todo ocurriera dentro del campo, pero no es así. La mayoría de las veces los altercados vienen desde la grada, promovidos, en parte, por familiares que calientan el ambiente». Pese a ello, un árbitro de fútbol base, que por lo general no supera la veintena, «aguanta el tipo y deja que acaben los 90 minutos para no perjudicar a los equipos» señala Aurelio, quien a la vez reconoce que en ocasiones lo mejor es «acabar con el partido antes de tiempo si el árbitro ve que peligra su integridad física».
Para el responsable de prensa de la Federación Granadina de Fútbol, Fernando de Rafael, el problema puede venir dado por dos factores «principalmente por la frustración de unos padres que intentan que sus hijos sean profesionales del fútbol», explica, «hace tiempo leí que era más fácil llegar a ser director de Microsoft, que llegar a ser jugador profesional de fútbol». Y no anda desencaminado De Rafael. La Federación Andaluza de Fútbol, tiene registradas para este año 126.000 licencias de jugadores, desde categoría benjamín hasta sénior.
Las reglas del juego
En la LFP, que comprende la Primera y Segunda división, hay alrededor de 150 futbolistas andaluces, lo que refleja que tan sólo un 0.12% de los jugadores que hoy tienen ficha en algún equipo de fútbol base de Andalucía, llegará a ser un futbolista profesional y poder vivir algún día del deporte. «El otro factor, más importante si cabe», continúa Fernando «es el desconocimiento de las reglas de juego por parte de los padres quienes intentan sobreproteger a los hijos de la entrada dura del rival o de una decisión arbitral que no llegan a comprender, y es en estos casos cuando exceden sus limitaciones, llegando a intervenir de forma directa en el juego», concluye.
Por eso es necesario que los tutores entiendan que a estas edades, sea cual sea el deporte que practiquen sus hijos, los convierte únicamente en deportistas. El fútbol, como cualquier deporte, sólo reportará al que lo practica un hábito saludable y una experiencia, además de una serie de valores que serán adquiridos en el terreno de juego, si el entorno hace bien su trabajo.
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