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Mi prima Obdulia y el rey Gaspar, desconozco el nombre de la muñeca. (¿1958?) |
La noche mágica de los Reyes Magos. Noche de ilusión, sobre todo para los niños y niñas, para mis hermanos Miguel y Patro. Recuerdos de mi infancia en la Casa del Arco, número 7, del Barrio de San Pedro en la Carrera del Darro del Bajo Albaicín, una ilusión nerviosa que se transmitía a los padres y a los abuelos (el que tenía la suerte de tenerlos), incluso a los vecinos de la casa morisca o corrala. Una noche de desvelo, de insomnio, de estar dormido despierto con ojos bien apretados, cerrados abiertos, que los reyes no se podían ver, que sino se llevaban los regalos: el fuerte de los "comboys", la escopeta de tapón de corcho sujeto con un cordel, la armadura romana con casco y espada incluida, el arco y las flechas, las pistolas de mixtos de crujío, el camioncico de las bombonas, el Cinexin, los Juegos Reunidos Geyper, los tebeos, cromos y novelas... Más adelante, llegó la época en la que se regalaban plumas estilográficas, compáses, reglas, cartabones, escuadras, lápices y rotuladores y libros, muchos libros. Algo de ropa y zapatos, caía casi siempre. A veces, en una bolsita encontrábamos carbón, negro carbón, de dulce, a modo de toque de atención para que no nos durmiéramos en los laureles.