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Las Nuevas Tecnologías avanzan que es una barbaridad e Internet cada vez se hace más presente en nuestras vidas, para lo bueno y para lo malo.
Los blogs han irrumpido en todo el mundo internáutico y el porche como no podía ser menos se pone en primera línea y no quiere quedarse atrás.
Este blog permite que el porche sea más participativo, un sitio en el que sea más fácil opinar, dejar un comentario o pegar aquello que simplemente se quiere compartir con los demás, con el único fin de mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo y de sus gentes.
El único límite serán las que imponen las más elementales normas de educación y cortesía, el resto es cosa de todos nosotros.
Entra pues con toda confianza y siéntate un ratito a charlar plácidamente en este tu porche.

Sin raíces no hay ramas, sin árboles no hay bosque.
¡Abajo las raíces, arriba las ramas!
Ubuntu.

Salu2 cordiales y pedal-pedal.
"Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo." EDUARDO GALEANO.

"Cualquier objeto, por insignificante que parezca, tiene una historia que contar. Un mago o maga de las palabras solamente tiene que saber imaginarla y luego, contarla." AYES & LUIS

27 octubre, 2015

El Napoleón del crimen | Web oficial de Arturo Pérez-Reverte



¡Qué bien lo ha bordado!

Gracias, Arturo y por favor, queridos míos, leed este artículo.
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Ayer mismo, caminando por la acera de una calle de Madrid, un niño de unos seis o siete años que iba despistado con sus padres, mirando el escaparate de una tienda, tropezó conmigo. Le acaricié la cabeza con una sonrisa, y ya iba a seguir adelante cuando escuché a su padre decirle al crío, con mucha naturalidad. «Mira por donde andas, por favor. Gracias». Y luego me dirigió una mirada de excusa. Entonces el niño, sin mirarme, dijo «perdón» y siguió su camino junto a ellos. Me quedé tan sorprendido por el suceso, por aquella reconvención paterna y la reacción del niño, del todo extraordinarias en estos tiempos, que volví la cabeza para verlos alejarse. Eran dos padres jóvenes, normales. Dos padres de infantería. Pero aquellos diez segundos junto a ellos habían hecho hermosa la mañana, y la calle parecía otra, más despejada y luminosa, y al fin continué mi paseo aún con la sonrisa en la boca, pensando que Dios o el diablo aprietan pero nunca ahogan, y que siempre hay quien se salva, y te salva. O te da esperanza. Que siempre quedan uno, o diez, o cien, justos en Sodoma. E incluso en Gomorra.

Hay días, como ayer, en los que lamento no ser millonario, como el tío Gilito o el que sea su equivalente ahora. Pero no un millonetis cualquiera, sino de verdad, a lo bestia, de ésos que pueden pagarlo todo y comprar cuanto se les pone en el morro. Un fulano con viruta suficiente para crear varios centenares, o miles, de becas para niños bien educados. Niños a los que sus padres les hayan enseñado, previamente, que las buenas maneras hacen mejor el mundo, nos hacen mejores a todos y son mecanismo clave, puerta franca para acceder a lugares y corazones. Niños, por ejemplo, como los de mi amigo Etienne de Montety, que cada vez que invitaba a cenar en su casa hacía que sus cuatro hijos, entonces de entre diez y dieciséis años, se encargaran de recibir y atender a los visitantes, cosa que hacían todos con una formalidad y una responsabilidad exquisitas. O aquel otro zagal de ocho o nueve años que una vez se me acercó con mucho aplomo junto a un bar de la Plaza Mayor y dijo: «Oiga, señor, ¿puede pedirle un vaso de agua al camarero, por favor?... Tengo sed, y como soy pequeño, puede que a mí no me haga caso». 

Por eso digo que, si tuviera una pasta gansa, crearía las becas Reverte Malegra Verte. Mandaría a mis agentes por todo el mundo a buscar niños de ambos sexos bien educados, para pagar sus estudios y dedicarlos luego, cuando fuesen grandes, a la ciencia, las humanidades, la vida social y la política. Y también, de paso, gratificaría a los padres que los educaron. Financiaría el merecido bienestar de quienes les enseñaron a decir buenos días, por favor y gracias, a manejar los cubiertos, a no hablar con la boca llena, a vestirse con decoro según cada momento de la vida, a no tutear a las personas mayores, a comprender que una sonrisa, una palabra adecuada, un gesto cortés y de buena crianza, tan propios de la gente humilde como de la más afortunada, son la mejor tarjeta de visita, todavía hoy, incluso en un mundo que, como el nuestro, se va poquito a poco al carajo.

Pero eso sí. Ya metido en faena, si como dije fuera millonetis sin límite y sin tasa, también es posible que se me fuera la pinza y me diese un chungo en plan Bin Laden, o Doctor No, o profesor Moriarty -el Napoleón del crimen, enemigo de Sherlock Holmes-, y comprara una isla llena de aparatos electrónicos, misiles nucleares y Úrsulas Andress, o lo que equivalga ahora a eso; y también un gato de Angora para acariciarlo en plan canónico mientras enviaba por el mundo a mis sicarios en plan ninjas suicidas, en comandos implacables que se curraran la otra cara de la luna. Algo así como una brigada pesticida, letal, higiénica, secuestradora y exterminadora de padres de niños, e incluso de algún niño que otro -todos acaban siendo adultos- de esos groseros y maleducados que empujan en las puertas, permanecen mudos ante las palabras «buenos días», ignoran cómo se pronuncia un «por favor», tutean al lucero del alba y no han dado las gracias a nadie en su puta vida. Y ordenaría a mis esbirros especial ensañamiento y torturas refinadas tipo Fumanchú con los padres de familia que se dejan las gorras y sombreros puestos en los locales públicos, gritan al teléfono móvil, entran en calzoncillos y chanclas en los restaurantes, se hurgan la nariz y se rascan las axilas, los huevos o el chichi -seamos paritarios- mientras te empujan en el metro o el autobús. Veneno, soga y puñal, oigan. Sin piedad. Y yo reiría en mi isla, juas, juas, juas, con risa de malvado Carabel, viéndolo todo por videoconferencia, mientras acariciaba al gato.

El Napoleón del crimen | Web oficial de Arturo Pérez-Reverte

21 octubre, 2015

Ni yo tampoco entiendo...


Leyendo el Ide@l del Poniente de Octubre 2015, me encuentro con que mi apreciado José María Cruz Barco, se nos ha echado a periodista  y escribe una columna de "opinión" lo cual me ha alegrado un montón, ya que sabiendo de su gran altura intelectual y su no menor calidad humana, estoy convencido de que sus reflexiones y sabias opiniones nos serán de gran utilidad, al menos para mi seguro que serán un deleite. 

Le deseo toda clase de éxitos en esta nueva andadura que emprende y desde ya me declaro fan y empedernido lector suyo.

Como sé de su capacidad y continuas ganas de aprender lo emplazo a crear un blog en que vaya incluyendo poco a poco todos sus trabajos-artículos a modo de "La hemeroteca de Chema", ya sabe él que puede contar con mi humilde ayuda siempre que lo necesite.

Y como complemento a este artículo recién leído pego aquí el poema de Rafael Ballesteros y el vídeo de Agua Viva que le pusieron voz en su momento..
¡Va por ti Chema!
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NI YO TAMPOCO ENTIENDO

Ni yo tampoco entiendo si se me abre
el grifo y sale una bala tras otra bala,
si abro la puerta y se nos entra el fusilado
y cierro y se me queda fuera el dedo, 
si unto amor en el labio entreabierto y nada, 
si miro el muro y todavía distingo los boquetes.
Tampoco entenderé el tiro de gracia,
El tema 83, la democracia,
el ácido sulfúrico, los ceros, el tacón,
las hambres, el casamiento orgánico.
De este mundo los dos sabemos poco. 
Y sin embargo, estamos aquí 
obligatoriamente obligados a entenderlo.

(Poema de Rafael Ballesteros)
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06 octubre, 2015

¿Pues entonces de quién es la responsabilidad?

Como bien dice mi colega Chelui, y es que me lo ponen a huevo.


Una de las situaciones más habituales con las que me vengo encontrando en estos últimos tiempos es que amigos o conocidos me paren para preguntarme y charlar acerca de como va "mi vida de jubilado", que "si me acuerdo de la Escuela" y cosas semejantes.

Yo siempre contesto algo parecido a este juego de palabras: "me va estupendamente, ya que hago lo que siempre me ha gustado hacer pero ahora lo hago cuando me da la gana" y que de la Escuela claro que me tengo que acordar, ha sido mi vida y seguirá siéndolo siempre, por eso cuando me da la morriña me voy a la Pista a la hora del recreo, charlo con los niños y cambio impresiones con mis compañeros que no dejan de repetirme eso de "que buena vida llevo".

Pero quiero referirme ahora a una conversación de esas que me surgen por la calle, a bote pronto y que no quiero dejar pasar, ya que es de las que hacen pensar o reflexionar sobre como va la Educación en la actualidad.


Me decía un papá algo enfadado que venía irritado del cole porque había llevado a su niño por primera vez al comedor escolar para que "lo enseñaran a comer", ya que en la casa no comía de nada y no había forma de barajarlo, pero que las monitoras del comedor le decían que lo habían intentado de todas formas, pero que el niño hacía lo que quería, que no obedecía las instrucciones y lo que era peor, que no había forma de hacerle comer y que en definitiva, hacia lo que le daba la gana.
Él no comprendía que eso fuera así, me decía, ya que si las monitoras del comedor no sabían enseñar a comer, pues para qué estaban allí, ya que esa era su tarea.

Yo asistí estupefacto a sus quejas, pensando en lo de siempre; ¿qué es lo primero el huevo o la gallina?, ¿de quién es la responsabilidad de los hijos-niños de los Padres o de la Escuela?

Siempre he creído y cada vez más, que la tarea debe ser compartida y que los Padres, la Familia debe Educar ante todo, mientras que la Escuela tiene como función primordial la de Enseñar y después, también, la de Educar.

Familia y Escuela deben ir juntas, navegar en la misma dirección y tirar juntos del carro en el que viaja el Niño, ya que si no es así, estamos perdidos, acabaremos desorientados. Aunar esfuerzos siempre es más rentable que tirarse reproches, ya que de esos reproches siempre sale perdiendo el más indefenso, quien más lo necesita.

Esto que pueden parecer solo palabras, desde mi humilde opinión, es la clave del éxito educativo que hará posible que nuestros hijos se eduquen como personas responsables de ellos mismos y del mundo en el que viven. Ciudadanos libres que no se dejen manipular, críticos con lo que acontece y dispuestos a intervenir en su entorno con las acciones necesarias de modo que ayuden a mejorarlo o más aún, contribuir a salvarlo.

¿A que este mundo está necesitado de personas así?

Animo entonces a aunar esfuerzos para que así sea.